Leyendas del Perú 2e: personas como espíritus
Personas como espíritus
Desapareció una pareja en Sabaná en la Sierra -
el costumbre de piedras (Cajamarca)
Región de Cajamarca.
de: Sabana: Cuento (Cajamarca);
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/sabana-cuento-cajamarca.html
Desde tiempos remotos en Sabaná habían muchas lluvias y por
aquel entonces se perdieron una pareja de esposos y por el
lugar donde se perdieron, los pasajeros al pasar tenían
mucho miedo y es desde ese entonces que todos los pasajeros
cogieron por costumbre dejar como ofrenda una piedra, para
que el lugar no les agarre el ánimo de sus niños.
La
Dama y el Viajero (Huancavelica) - una fantasma caminando
en la noche (Huancavelica)
Huancavelica.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2014/09/la-dama-y-el-viajero.html;
http://cuentosandinos.blogspot.com/
Un chófer de un camión transportando mercancia entre
Huancayo y Huancavelica ve una bella mujer joven caminando
en la noche y la lleva a su sitio. Al fin le da una casaca
para abrigarse de la lluvia. Una semana después él detecta
en el cementerio que la mujer está muerta, hay la foto en el
nicho con su casaca al lado. Dice la gente que cosas así
pasaron la cuarta vez ya...
Versión original:
<Cuando me disponía venir a Lima conocí a don Guillermo,
que muy amablemente me invito a subir a su camión en donde
transportaba cereales a la capital desde Huancavelica; subí
en la Oroya. Le dije que tenía el mismo nombre de mi abuelo
ya fallecido, que también se dedicaba en sus años de
juventud a viajar transportando alimentos de Huancayo a
Huancavelica y viceversa.
Te cuento lo que me paso en el pueblo de Pampas, cuando
viajaba para Huancayo trayendo carga –me dijo.
“Cuando salía de Pampas, ya muy de noche y bajo una
interminable lluvia, pude avistar a una mujer en el camino;
ella iba caminando muy lentamente en la carretera, debiste
verla con aquel vestido blanco totalmente empapado. Frene
suavemente pues también iba despacio por el mal estado de la
carretera.
Le hice una señal para que suba al camión y así pudiera
protegerse de la lluvia, ella asintió y se sentó en el mismo
lugar en donde estás tú. Era una mujer muy joven y bella, al
verla en esas condiciones le ofrecí mi casaca para que
pudiera abrigarse, me agradeció y en su rostro vi dibujada
una sonrisa tierna.
Al acercarnos al poblado la Mejorada, ella me pidió bajarse
del camión; pues tenía familia allí. Como aun llovía y era
apenas las dos de la madrugada, le dije que se quede con mi
casaca, que en otro momento iría por ella. Solo le pedí la
dirección de su casa.
Pasó una semana y cuando volví a la Mejorada, fui a buscarla
hasta su casa. Grande fue mi sorpresa cuando salió su madre
y me dijo que Virginia -así me dijo que se llamaba-, había
muerto hace diez años atrás. Precisamente en un accidente de
carreteras, cuando el bus que los transportaba de Pampas se
fue directo al barranco; en el lugar donde la recogí.
Yo no le creí a la señora y pensé que se querían quedar con
mi casaca. Para confirmar los hechos, su madre me llevo
hasta el cementerio del pueblo y allí pude corroborar que en
verdad la joven y bella Virginia estaba muerta. La
fotografía en el nicho era la misma chica que vi hacia como
una semana. Pero lo que más me sorprendió, fue ver mi casaca
a un costado, junto al nicho de la joven. Su madre no tenía
explicación alguna por lo sucedido, solo me dijo que era la
cuarta vez que pasaba eso; habían preguntado por su hija que
había subido al camión en la carretera a Pampas.”
Quizá sea un relato cierto, porque mi abuelo Guillermo me
contó lo mismo. Para poder confirmar esta historia
fascinante, viaje hasta el poblado la Mejorada en
Huancavelica, no busque precisamente el domicilio de la
joven Virginia; sino me fui directamente hasta el cementerio
y busque su nicho toda la mañana de un sábado de Junio del
2000.
Cuando me sentía desanimado y listo para salir del lugar, vi
algo que me llamo la atención. Me acerque rápidamente hasta
aquel sitio y note algo al costado de un nicho; era una
bolsa, y dentro de ella pude ver una chompa de alpaca de
color marrón y franjas blancas. Era el nicho que estaba en
un extremo del cementerio, casi escondido, casi olvidado. En
la lápida semidestruída pude distinguir el nombre de
Virginia Matos, fallecida en 1989. Aunque no pude ver la
fotografía.
Deje las cosas en su lugar y salí del cementerio, ya era de
tarde; sentí el deseo de ir a la casa de Virginia. Al volver
a Huancayo me preguntaba ¿Cómo pudo llegar aquella bolsa con
una chompa hasta ese lugar? ¿Por qué precisamente ahora que
fui a confirmar la historia? ¿Será que Virginia me tenía
algo preparado como bienvenida? Quizá apenas haya sido una
mala pasada de mi imaginación.>