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Cabrera: Mensaje de las piedras

6. Planetas habitados por el hombre de los tiempos remotos

6.2. TIPOS DE HOMBRES EN LA HUMANIDAD GLIPTOLÍTICA

Presentación de Michael Palomino (2012)


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de: Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991; avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel. 231933 / 234363;


6. PLANETAS HABITADOS POR EL HOMBRE

6.2. TIPOS DE HOMBRES EN LA HUMANIDAD GLIPTOLÍTICA (p.241-244)

La información suministrada por los hemisferios del planeta representado en los dos Gliptolitos que se acaban de describir e interpretar, revela la existencia de un planeta habitado por el hombre y una situación crítica por la que atravesaba ese planeta.

La representación de las características de la superficie del planeta supone que el hombre que lo habitó dominó el espacio, pues de otro modo no hubiera tenido la visión de conjunto que ha graficado tan detalladamente en los dos Gliptolitos. Algunos símbolos confirman este dominio, tales como los símbolos referentes a espacionaves, espaciopuertos, la llegada de los Hombres Gliptolíticos del cosmos y la representación misma de bloques continentales, mares y la atmósfera.

Estos Gliptolítos nos dicen que el conocimiento humano llegó del cosmos, traído por los Hombres Gliptolíticos con el propósito de entregarlo a seres biológicamente más capacitados para ello. El notharctus fue el animal elegido para la recepción del conocimiento y a partir de él se generó una escala de seres inteligentes, en la que cada uno recibió un nivel cognoscitivo de acuerdo con la (p.241) función que debía desempeñar en el planeta. Los Hombres Gliptolíticos fueron entonces hombres eminentemente cognoscitivos, que para subsistir en este habitat planetario tuvieron necesidad de hombres, elevados a determinadas categorías para que realizaran las tareas manuales, técnicas y científicas. Según la información de los dos Gliptolitos cuyos símbolos se acaban de interpretar, existió sobre el planeta la siguiente escala de seres de inteligencia humana, en orden a su mayor rango cognoscitivo:

1. Hombre Gliptolítico: el que llegó del cosmos portando el conocimiento. Como se verá en este mismo capítulo, es el Hombre-Energía y, por lo tanto, capaz de que su energía cognoscitiva trascienda su cuerpo orgánico sin que éste muera, para proyectarse él como energía cognoscitiva a cualquier lugar del cosmos y adquirir así conocimiento del Universo. En estos y otros Gliptolitos se le encuentra habitualmente representado simbólicamente con las mismas características gráficas del Hombre Reflexivo y Científico.

2. Hombre Reflexivo y Científico: es el hombre que residía en la Megápolis. Realizaba funciones que implicaban elevada capacidad intelectual. Dirigía la ejecución de las actividades planificadas por los Hombres Gliptolíticos para el mejor desenvolvimiento de la vida en el planeta. Desempeñaba labores científicas en diversos aspectos del conocimiento humano, como por ejemplo labores de alto nivel quirúrgico y observaciones cósmicas.

3. Hombre Reflexivo y Tecnólogo: era el hombre preparado con un mayor nivel de conocimientos que el simple tecnólogo. Tenía a su cargo el control inmediato de las operaciones tecnológicas. Realizaba labores tales como la de pilotar espacionaves, secundar operaciones de alta cirugía, dirigir el funcionamiento de industrias y sistemas para el aprovechamiento de fuentes energéticas.

4. Hombre Tecnólogo: correspondía al hombre de mando medio de las actividades tecnológicas. Secundaba en estas actividades al hombre Reflexivo y Tecnólogo y transmitía las órdenes directamente al ejecutor inmediato (p.242).

5. Humanoide: fue el notharctus ya elevado a un mínimo rango cognoscitivo. Realizaba directamente labores técnicas y manuales. No tenía conciencia de la finalidad de la existencia.

Por debajo del Humanoide se encontraba el notharctus en estado natural, aquel que aún no había recibido ese mínimo rango cognoscitivo humano. Su estado intelectual era el de un animal, pero no de cualquier animal puesto que en la escala zoológica fue el que ofreció las condiciones óptimas para ser elevado al primer grado del conocimiento humano. Finalmente, se encontraba el Robot, sistema cibernético utilizado para labores exclusivamente mecánicas que implicaban peligro para la vida human.

Entiendo que para que los hombres Gliptolíticos elevaran al notharctus al rango cognoscitivo de humanoide, tuvieron necesidad primero de predisponerlo orgánicamente al incremento de su capacidad cognoscitiva y luego le implantaron el conocimiento requerido. Basándome en otros mensajes dejados por la Humanidad Gliptolítica, esto lo lograron alterando genéticamente el organismo del notharctus lo que supongo produjo la eliminación de la cola y el consiguiente abandono de la vida arborícola que tenía ese primate. El transplante del conocimiento requerido lo hicieron asimismo genéticamente, interviniendo en el complejo molecular del cerebro del notharctus. en ambos casos los Hombres Gliptolíticos se valieron de técnicas complejas de neurofisiología e ingeniería genética. mediante el transplante de nuevos códigos cognoscitivos se lograron los demás hombres de la escala.

Siendo los individuos humanos de este planeta generados a partir de un tronco biológico común - el notharctus -, se deduce que todos tenían iguales características corporales. Y habiendo obedecido la generación de esta escala de hombres igualmente a otro factor común - el conocimiento -, debe entenderse también que sólo se diferenciaban por el nivel intelectual alcanzado. Por lo tanto, las diferencias individuales en base a otros factores como los que existen en la humanidad actual, en aquella no se daban. No había, pues, lo que ahora se entiende como personalidad individual; existía en cambio la personalidad (p.243) colectiva, es decir, el conjunto de individuos ubicados en un mismo nivel intelectual de la escala.

De este modo se comprende que la humanidad de este planeta tenía como finalidad alcanzar el conocimiento y es de suponer que todos los actos de la vida de los hombres estaban encaminados a incrementarlo y conservarlo (p.244).






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