contacto
                  con e-mail     Página
                  principal     atrás
atrásanterior     próximopróximo capítulo

Cabrera: Mensaje de las piedras

1. Existió otra humanidad

1.6. HALLAZGOS PALEONTOLÓGICOS PRUEBAN EXTRAORDINARIA ANTIGÜEDAD DEL HOMBRE

El antropoide más parecido al
                hombre, encontrado en Venezuela
El antropoide más parecido al hombre, encontrado en Venezuela (p.80)

Compartir:

Facebook







Presentación de Michael Palomino (2012)


de: Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991; avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel. 231933 / 234363;


<Capítulo I:

EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD

1.6. HALLAZGOS PALEONTOLÓGICOS PRUEBAN EXTRAORDINARIA ANTIGÜEDAD DEL HOMBRE (p.70-86)

La coexistencia del hombre con animales prehistóricos evidenciada en las piedras grabadas de Ica, me obligó a hurgar en las informaciones paleontológicas a fin de encontrar elementos de juicio que confirmaran o desecharan tal coexistencia. Respecto del Perú, recordé que en la costa de los departamentos de Ica y Arequipa existen yacimientos de restos petrificados de vegetales y animales que vivieron hace millones de años. Estos yacimientos, que han sido encontrados en cinco zonas del departamento de Ica y en una del norte del departamento de Arequipa, posiblemente sean parte de un sólo yacimiento que empezaría en Sacaco (Arequipa) y seguiría como una veta hacia el norte, aflorando sólo en algunas zonas del departamento inmediato, que es Ica: en las provincias de Nasca, Palpa, Ica, Pisco y Chincha. Debido a los agentes erosivos (agua, viento, temperatura) que actúan movilizando la capa superficial de la corteza terrestre, el yacimiento se ha hecho visible sólo en estas cuatro zonas de la inmensa región que posiblemente abarca.

[Especulación si hay esqueletos de hombres del remoto pasado para excavar]

Es posible, por lo tanto, que el subsuelo de esta vasta región contenga restos petrificados no sólo de gran variedad de vegetales y animales que vivieron en épocas muy remotas sino también ¡de los hombres más antiguos que poblaron la Tierra!

-- En las zonas donde el yacimiento es visible pueden observarse mantos inmensos de diatomeas (seres unicelulares), restos de millones de caracoles y conchas marinas y gigantescos tiburones, delfines, ballenas, mastodontes, etc.

-- En Marcona, centro minero cercano a la Pampa de Nasca, en el departamento de Ica, las perforaciones mineras han dejado al descubierto troncos de árboles, caracoles y conchas (p.70) petrificados.

Las especies vegetales y animales prehistóricos de estas zonas y las zonas mismas no han sido objeto de estudios exhaustivos, posiblemente porque aún persiste en los especialistas peruanos y extranjeros el prejuicio de que la corteza de la costa peruana es de reciente formación y que por ello los vegetales y animales petrificados no deben ser muy antiguos. Esto, a pesar de que he comprobado científicamente que el suelo del Departamento de Ica es una de las siete placas más antiguas (placas tectónicas) que se han detectado hasta el momento en siete lugares del planeta. La idea de que la costa peruana es de reciente formación parecería comprobarse en el hecho de que los mencionados restos petrificados están en la superficie del suelo. Sin embargo, no se ha reparado en que las zonas que muestran los especímenes son zonas de vientos tan fuertes y casi continuos que en el transcurso del tiempo deben haber puesto al descubrimiento lo especímenes, que estuvieron en capas profundas.

[1967: análisis en los "EUA" de una cabeza petrificada de un delfín prehistórico]

En julio de 1967 obtuve permiso de la Casa de la Cultura del Perú para enviar a los EE.UU. de Norteamérica una cabeza petrificada que parecía corresponder a la de un delfín prehistórico, cabeza cuyo diámetro mayor era aproximadamente de ochenta centímetros, encontrada sobre la superficie de una de las zonas a que me he referido, la zona de Sacaco, en el norte del departamento de Arequipa. el envío a los EE.UU. de Norteamérica tenía el propósito de someter la cabeza a análisis de laboratorio que pudiera establecer la identidad del espécimen, su antigüedad y, por lo tanto, la antigüedad de la capa que aparenta ser de la superficie de dicha zona. Los análisis fueron realizados por Ledoux & Company, laboratorio especializado en la materia del caso.

El 10 de octubre del mismo año recibí el resultado de los análisis, conjuntamente con la cabeza petrificada. Los análisis, para los que se había usado un pequeño fragmento de la parte correspondiente al hueso temporal, arrojaron el siguiente resultado:

Es el cráneo muy bien conservado de un delfín que vivió hace 50 millones de años. El informe añadía que especímenes petrificados de estos animales eran frecuentemente hallados en la región comprendida entre Nasca y Callao (Callao (p.71) está a 700 Km. al norte de Sacado). La Paleontología informa por su parte que los delfines y las ballenas actuales descienden de formas parecidas, llamadas Zeuglodontes, que se extinguieron hace 58 millones de años. Esta cifra corresponde a poco después del inicio de la era Cenozoica (la Paleontología calcula el inicio de esta era en 63 millones de años). Pero como aquella fecha se refiere a la extinción de estos animales, quiere decir entonces que es muy posible que hayan vivido desde el último período de la era anterior, la Mesozoica. El último período de esta era es el Cretácico y empieza hace 135 millones de años (13).

(13) El resultado de mis investigaciones sobre estos yacimientos de especímenes petrificados los daré a conocer en mi próximo libro, La humanidad en el Mesozoico.

[Tesis de Ameghino: excavaciones de restos del primer hombre en Argentina]

Recordé también que a comienzos de este siglo el paleontólogo argentino Florentino Ameghino elaboró una teoría con la que intentó demostrar que el hombre era originario de América y que había surgido en la Pampa Argentina. Según esta teoría, existió en la Pampa un primer ser en posición erecta que dio origen, por evolución progresiva,al hombre. Entre ese primer ser y el hombre, Ameghino señalaba que habían existido tres sucesivas formas, cada cual más evolucionada que la anterior, la última de las cuales había sido el antecesor inmediato del hombre actual. Como testimonio de la existencia de tres de los cuatro antecesores del hombre, mostró lo siguiente:

-- del primero, un fémur y una vértebra cervical, hallados en Monte Hermosa (Argentina);

-- del tercero, un casquete craneano hallado durante los trabajos de excavación del puerto de Buenos Aires (Argentina)

-- y del cuarto, es decir, del inmediato antecesor del hombre, una serie de cráneos y osamentas provenientes de Necochea, Miramar y de otros lugares de Argentina.

Como testimonio de las existencia del hombre surgido en América mostró instrumentos y utensilios encontrados en una capa geológica que identificó como correspondiente al período Miocénico (que empezó hace 25 millones de años y duró 12 millones), en la era (p.72) Cenozoica. Tales instrumentos y utensilios fueron los siguientes:
-- un cuchillo de sílex
-- un yunque de piedra
-- una veintena de percutores y raspadores
-- un instrumento amigdaloide en cuarcita tallada por sus dos caras
-- unas puntas de sílex y de cuarcita
-- una bola piriforme de diorita bien pulida
-- manos de mortero y pilones
-- unos huesos cortados en bisel que pudieron haber servido de puñales o de punzones;
-- varias bolas esféricas, una de las cuales presenta una ranura bien pulimentada;
-- un fémur de toxodon (mamífero herbívoro corpulento que medía tres metros y que vivió en el período Pliocénico, hace 13 millones de años, en la era Cenozoica), cuyo gran trocánter (extremo inferior del fémur) tenía clavada una punta tallada de cuarcita, más dos puntas de igual naturaleza hundidas entre las vértebras del mismo animal.

Todo esto fue hallado en un acantilado, a unos 5 kilómetros al noroeste de la ciudad de Miramar, situada a 450 kilómetros al sur de Buenos aires, en la costa del Atlántico. Se demostró que la vértebra cervical y los cráneos encontrados por Ameghino, como testimonios de los antecesores del hombre, corresponden al hombre actual, es decir, no son de antropoides evolucionados. Respecto de los utensilios e instrumentos humanos no se pudo negar que correspondían al hombre, pero se objetó la antigüedad de ellos, aduciéndose que objetos como esos son parecidos a los que se han encontrado esparcidos en la superficie y en las capas superiores de la Pampa y de la Patagonia, con lo cual se dio a entender que fueron hechos por hombres muy recientes que aún se encontraban en una fase cultural incipiente.

Es más: si ya había existido en América el hombre desde hace más de 20 millones de años sabiendo no sólo tallar piedras sino pulimentarlas, descubrimiento este que el hombre del Viejo Mundo lo realizó en tiempos muy posteriores, era inexplicable que el hombre americano no hubiera evolucionado culturalmente más que el europeo, a juzgar por el atraso en que los españoles lo habían encontrado.

A casi un siglo de los descubrimientos de Florentino Ameghino, puedo afirmar que se cometieron errores tanto en el enfoque elaborado por Ameghino como en las objeciones (p.73) que se le hicieron. La aplicación dogmática del esquema clásico de la teoría de la evolución fue la causa de estos errores. Se ha considerado al antropoide como el espécimen estrechamente vinculado a la aparición del hombre, porque la teoría de la evolución afirma que un tronco común de antropoide desconocido dio, de un lado, la rama de la cual han surgido los únicos antropoides que actualmente viven (gibón, gorila, orangután y chimpancé) y, de otro lado, otra rama que habría dado origen al hombre.

Como en América nunca se había encontrado ninguna forma de antropoide viviente ni en estado fósil, no podía sostenerse la existencia de un hombre oriundo de este continente. Esto hallaba su aparente confirmación en el hecho de que el hombre americano no había alcanzado el desarrollo científico y tecnológico del europeo cuando éste llegó a América. Fiel a un esquema rígido en la aplicación de la teoría de la evolución, Ameghino cometió el error de querer respaldar la innegable presencia de un hombre de hace más de 20 millones de años revelada en aquellos instrumentos y utensilios, valiéndose equivocadamente de cráneos y huesos humanos que él creyó eran de antropoides evolucionados y que podían servir para demostrar que el paso del antropoide al hombre se había dado en América.

Basándose en las capas geológicas donde se habían encontrado los cráneos de los tres supuestos antropoides, Ameghino estableció para ellos una antigüedad aproximadamente igual a la de los instrumentos y utensilios. Sus objetantes, si bien demostraron que los cráneos no correspondían a antropoides sino a hombres y reconocieron como indiscutible la paternidad humana de los instrumentos y utensilios, aplicaron arbitrariamente el criterio de asociación: no aceptaron que todos estos testimonios hubieran sido hallados en aquellas capas geológicas antiguas señaladas por Ameghino como correspondientes al período Miocénico y, en cambio, remitieron los testimonios a capas más recientes. Que el hombre no podía haber surgido en América antes que en Europa por el atraso en que lo encontraron los españoles, y que instrumentos y utensilios semejantes a los presentados por Ameghino se habían (p.74) encontrado también en la superficie y en las capas más recientes de la Pampa y de la Patagonia, fueron los pre (p.75) juicios que impidieron a los objetantes hacer uso científico del criterio de asociación. Pero pienso que ambos prejuicios procedían de la misma matriz y que ella fue en el fondo la que negó la posibilidad de que aquellos instrumentos y utensilios correspondieran al hombre con más de 20 millones de años de antigüedad: el creer que el paso evolutivo del antropoide al hombre no se ha dado en (p.76) América porque en este continente nunca se había encontrado ninguna forma de antropoide viviente ni en estado fósil.

[El mono más parecido al hombre en Venezuela]

La existencia de un hombre hace más de 20 millones de años sostenida por Ameghino fue rechazada debido también al atraso en que se encontraba por aquel entonces la ciencia paleontológica. No contaba con los novísimos (p.77) métodos radiactivos que permiten fechar restos fósiles de millones de años de antigüedad (argón potasio, argón cesio, argón calcio, fisión nuclear, etc.) y se ignoraba que en América vivían antropoides oriundos de este continente. Este formidable descubrimiento se hizo años después. Mientras una expedición científica verificaba exploraciones en las grandes selvas de América del Sur, en una (p.78) región cercana al río Tarra, en Venezuela, aparecieron de pronto dos grandes antropoides amenazando atacar la partida. Uno de ellos fue muerto de un tiro y resultó ser un ejemplar de una especie desconocida. El cadáver fue colocado en postura apropiada sobre un cajón y fotografiado. Se trataba de una hembra que medía más de metro y medio de altura y carecía de cola. Es el único antropoide conocido que más se parece al hombre (Fig.19).

El
                    antropoide más parecido al hombre, encontrado en
                    Venezuela
El antropoide más parecido al hombre, encontrado en Venezuela (p.80)

Antropoide más parecido al hombre, hallado en las selvas venezolanas. Foto tomada por el Dr. Francis de Loys
y publicado en maravillas de la vida animal, Tomo IV. Edit. Labor, Buenos Aires, 1952 (p.80)


Este hallazgo refuerza la tesis de que el paso evolutivo del antropoide al hombre se ha dado en América, le otorga validez al testimonio de Ameghino sobre un hombre que existió hace más de 20 millones de años, permite vislumbrar la aparición de este hombre en un tiempo mucho más atrás y remite el proceso de la evolución del hombre hacía un remoto pasado.

El extraordinario parecido que tiene este antropoide con el hombre - parecido que se evidencia no sólo en sus características cráneo-faciales sino también en las corporales - me hacen pensar en la posibilidad de que sea un antropoide más evolucionado, un homínido, y sorprendentemente el único homínido que ha logrado sobrevivir. Se conocía de otras especies de homínidos sólo a través de sus restos fósiles.

[África 1972: el cráneo de Richard Leakey]

En 1972, en la parte suroeste de África, cerca del lago Rudolph, en Kenya, el antropólogo norteamericano Richard Leakey (14)

(14) Hijo de Louis Leakey y Mary Leakey, famosos antropólogos ingleses a quienes la Antropología les debe importantísimos hallazgos que significan aportes trascendentales al conocimiento de la evolución humana. Los esposos Leakey, lo mismo que Richard Leakey, han pasado gran parte de su vida en África tras los rastros arcaicos del hombre.

halló un  cráneo fosilizado de 2,8 millones de años de antigüedad (final de período Plioceno, era Cenozoica), al cráneo más parecido al del hombre actual que cualquiera de los cráneos encontrados hasta el momento. La antigüedad de este cráneo no ha podido ser discutida porque se determinó con los novísimos métodos (p.79) diactivos. El hallazgo ha demostrado que la evolución del hombre se remonta a una época muy anterior a la que se ha venido señalando en los esquemas antropológicos clásicos. y ha servido de fundamento para que Richard Leakey afirme que todos los fósiles humanos considerados por la Antropología (p.80) ancestros inmediatos del hombre no lo son, porque el hallazgo remite la existencia del hombre a una época muy anterior, incluso anterior a aquella en que la Paleontología señala que aparecieron los antropoides actuales (en el período Pleistoceno, 1 millón de años de antigüedad, en la era Cenozoica) (Fig.20).

Y si todo esto se desprende del hallazgo de un cráneo de 2,8 millones de años de antigüedad, es de imaginar la formidable revolución que hubiera causado Florentino Ameghino si en su época se hubieran dispuesto de los métodos radiactivos que confirmaran para los instrumentos, utensilios y cráneos humanos hallados por él, los 20 millones de años de antigüedad que había logrado determinar por asociación con las capas geológicas donde fueron hallados.

[Resumen final: no hay ciencia oficial con las piedras grabadas por el loco gobierno del Perú que bloquea todo]

A estas alturas de mis investigaciones yo no podía pasar por alto lo acontecido dos años antes del hallazgo de Richard Leakey. la comprobación científica de un aspecto de la teoría de la traslación o deriva de continentes, sostenida a principios del presente siglo por Alfred Wegener. Refiere esta teoría que en un pasado remoto los continentes estuvieron unidos formando uno solo (Pangea) y que por enfriamiento del planeta el suelo se fragmentó para luego separarse progresivamente y formar los actuales continentes.

[1970: detección de identidad estructural de la capa geológica de África de Este y de América del Sur de Oeste]

En 1970, Melvin Patterson y otros oceanógrafos de la UNESCO hallaron que capas geológicas de la costa occidental de África coincidían estructuralmente con capas geológicas de la costa oriental de América del Sur. Esto venía a comprobar que en un remoto pasado África y América del Sur habían formado un suelo común. Y yo no podía pasar por alto esta comprobación sencillamente por que esto significaba que en aquel remoto pasado habían estado muy cerca y en el mismo continente, la zona de los hallazgos de Ameghino (costa oriental de América del Sur) y la del hallazgo de Leakey 8costa occidental de África), lo que venía a explicar el porqué de la existencia de hombre muy antiguos den América. Estas evidencias de incuestionable valor científico tendrán que obligar a los especialistas argentinos a reestudiar, a la luz de los novísimos métodos radiactivos, los hallazgos paleontológicos del injustamente combatido y olvidado Florentino (p.81) Ameghino. Y no me sorprendería que si se hurgara en el subsuelo donde Ameghino hizo sus hallazgos o en lugares próximos, se encontraran pruebas que ratificaran la extraordinaria antigüedad del hombre sobre la Tierra.

[Ayacucho 1970: hallazgo de restos de animales antiguos en cinco estratos geológicos por Richard Macneish - con utensilios humanos de misma edad]

En junio de 1970 se dio a conocer mundialmente la noticia de que el norteamericano Richard Macneish, doctor en Antropología, Presidente del Departamento de Arqueología de la Academia Philips, EE.UU., había hallado en excavaciones practicadas en la cuenca del río Montato - afluente de Amazonas -, al sureste de Lima, en Ayacucho (Perú), utensilios humanos junto a esqueletos fosilizados de los siguientes animales prehistóricos: un megaterio (oso perezoso gigante), caballos, camellos, ciervos y varias especies de felinos. Tanto los utensilios como los animales extinguidos los encontró a lo largo de cinco estratos geológicos. De acuerdo con la Paleontología, se sabe que el megaterio se extinguió hace un millón de años y que el caballo y el camello prehistóricos se extinguieron hace 13 millones de años, y el ciervo y el felino igualmente prehistóricos hace un millón.

Incuestionablemente Macneish se hallaba ante la evidencia, deducida por la presencia de utensilios humanos, de que el hombre antiguo del Perú había coexistido con animales prehistóricos y que por lo menos su antigüedad no podía ser otra que la época en que se extinguieron esos animales. Sin embargo, Macneish no se atrevió a enunciar la verdadera dimensión de sus hallazgos y sostuvo que los utensilios hallados correspondían a un hombre de hace 20 mil años. Esta apreciación, que revela una aplicación muy extraña del método comparativo estratigráfico, no puede sin embargo ocultar el trascendente significado del hallazgo.

[El Boquerón (Colombia) 1971: encuentran otro resto de dinosaurio al lado de un cráneo humano]

En abril de 1971, se dio a conocer haberse encontrado, por excavaciones practicadas en el lugar denominado El Boquerón, perteneciente al estado de Tolima, en Colombia, un esqueleto fosilizado de un dinosaurio de la especie - iguanodonte, de veinte metros de longitud, junto a un cráneo humano. El proceso de fosilización había transformado al cráneo en piedra caliza de color gris y con ramificaciones blancas (espinas),; las órbitas estaban casi borradas, la nariz era alargada y tenía una cresta desde (p.82) la cima de la frente hasta la base del cráneo. El mentón era levemente inclinado y la mandíbula vertical como de simio. El cráneo medía treinteicinco [treinta y cinco] centímetros de largo. El hallazgo lo había hecho el antropólogo colombiano Homero Henao Marín, profesor de la Universidad del Quindio, Colombia. Este hallazgo marca un hito trascendente en la Paleontología, por las excepcionales características que tiene: es la primera vez que en el mundo se encuentra un fósil humano junto al de un dinosaurio y asimismo es la primera vez que en América se encuentra un espécimen arcaico de hombre que, por asociación con el dinosaurio iguanodonte, revela que vivió en la misma época de este dinosaurio.

La Paleontología afirma que este animal apareció a comienzos del período Jurásico, hace 181 millones de años, y se extinguió hace 64 millones, al final del período Cretácico, ambas fechas en la era Mesozoica. El hallazgo del Henao Marín lo conformaban también esqueletos fosilizados de otros animales: una serpiente gigantesca, un animal con cabeza de perro y fauces abiertas y también aletas de pez petrificadas. Hacía seis años el mencionado antropólogo había hallado en el mismo yacimiento un fósil de megaterio, animal que según la Paleontología apareció en el período Oligoceno, hace 36 millones de años, y se extinguió en el período Pleistoceno, hace un millón de años, ambas fechas en la era Cenozoica.

Podría prestarse a confusión el que no se vea a la luz de lo señalado por la Paleontología, correspondencia cronológica entre el dinosaurio iguanodonte y el megaterio hallados en el mismo estrato geológico. Si a esto se añadiera la falta de correspondencia que, de acuerdo con la Paleontología, habría entre ambos animales y el espécimen arcaico de hombre que también fue hallado en el mismo estrato (ya que la Paleontología informaría que aquel hombre arcaico no tendría más de 250 mil años de antigüedad) la confusión se ahondaría. Sin embargo, esto no debe prestarse a confusión porque la aparente falta de correspondencia se debe a que la Paleontología sigue manejando esquemas cronológicos que debiera revisar, pues las fechas de aparición y extinción de los animales así como la (p.84) de la aparición del hombre las ha establecido en el siglo pasado y comienzos de éste, cuando no se disponía de los recientes hallazgos de fósiles ni de los novísimos métodos radiactivos. Y aun así si bien los métodos radiactivos son más precisos que los anteriores, también deberá tomarlos con mucha prudencia, por no ser enteramente válidos. Y lo que acá he dicho sobre la aparente falta de correspondencia, debe hacerse extensivo al caso del megaterio y los utensilios hallados por Macneish en Ayacucho.

[1974: antropólogo ruso A.A. Zoubov reportando sobre "fósiles humanos englobados en rocas mesozoicas" en India]

En 1974 el doctor A.A. Zoubov, antropólogo ruso y miembro de la Academia de Ciencias de su país, llegó a la ciudad de Ica invitado por la Universidad Nacional "San Luis Gonzaga" para dictar una serie de conferencias sobre su especialidad. En comunicación personal me manifestó que en 1973 antropólogos hindúes habían hecho en la India un hallazgo paleontológico sorprendente: fósiles humanos englobados en rocas mesozoicas. El descubrimientos había sido dado a conocer por los antropólogos hindúes a la Academia de Ciencias de la URSS. Este hallazgo, que cuestionablemente demuestra la existencia del hombre en la era geológica Mesozoica (comprendida entre 230 y 63 millones de años de antigüedad), me sorprendió no tanto por lo que significaba cuanto por el hecho de que no se hubiera dado a conocer al mundo y se le mantuviera oculto posiblemente hasta que se hicieran hallazgos semejantes, como si en la ciencia valiera aquello de que una golondrina no hace verano.

[Río Laetolii (Tanzania, África) 1974: Mary Leakey encuentra restos de 11 homínidos - hallazgos similares en Transvaal encontrado por Dart en 1927]

Dientes y huesos fosilizados de la mandíbula de once homínidos, cuya antigüedad se remonta a 63,75 millones de años determinada por el método de isótopos radiactivos, son los testimonios más antiguos que se conocen actualmente del antepasado del hombre. Fueron encontrados por Mary Leakey, el 26 y el 27 de diciembre de 1974, en un área del lecho de un río seco denominada Laetolii, a unos 40 kilómetros de Olduvai, en Tanzania África. Mary Leakey ha afirmado que los fósiles parecen corresponder al género homo u hombre verdadero y no al género australopiteco; homínido descubierto por Raymond Dart en las calizas de Taungs, Transvaal, África, 1927.

El hallazgo de Mary Leakey es sorprendente porque revela que formas más parecidas al hombre (p.85) ya existían hace 63-75 millones de años, nada menos que en el tránsito de la era Mesozoica a la era Cenozoica. Este descubrimiento, que está respaldado por el empleo de uno de los novísimos métodos de que se dispone para establecer la antigüedad de los fósiles, demuestra que aquel antropoide desconocido que dio origen a dos ramas, una que condujo hacia los antropoides actuales y otra hacia el hombre, debe haber surgido en tiempos muy remotos y no - como la antropología clásica la ha venido afirmando - hace sólo 25 millones de años (período Miocénico, en la era Cenozoica).

[1969: científico Albert E.J. Engel con "fósiles de microorganismos englobados en rocas arcaicas" en Transvaal en Sudáfrica]

La Geología supone que nuestro planeta comenzó a formarse hace 5 mil millones de años y que hace 3.500 millones empezó la vida, en forma de microorganismos. La Paleontología ha encontrado fósiles de estos seres y les ha asignado una antigüedad de 700 millones de años (antes del descubrimiento de los métodos radiactivos). Los 2.800 millones de años que median entre el inicio de la vida y estos hallazgos permanecían sin aportar información alguna. Pero en 1969, el científico norteamericano Albert E.J. Engel, geólogo del Instituto Scripps de Oceanografía, de San Diego, California, EE.UU., encontró fósiles de microorganismos englobados en rocas arcaicas. El hallazgo se hizo en viejas formaciones rocosas de la zona del Transvaal, Sudáfrica. Se trata de microorganismos que tienen forma de copas y varillas, el más grande de los cuales mide 39 millonésimos de pulgada. El empleo de métodos modernos determinó que las rocas arcaicas y, por asociación, los microorganismo se remontan a una antigüedad de 3.500 millones de años, es decir, al inicio de la era Arqueozoica.

[El esquema "cristiano" con su teoría de la "evolución" no funciona más]

Todos estos sorprendentes hallazgos derrumban el esquema tradicional de la Paleontología y dejan sin apoyo la idea del origen reciente del hombre sostenida dogmáticamente por la Antropología y Arqueología clásicas. Considero, sin embargo, que la asombrosa antigüedad de la vida y del hombre revelada en estos notables hallazgos no es más que un indicio de la verdadera antigüedad que futuros descubrimientos paleontológicos y arqueológicos habrán de confirmar (p.86).


Compartir:

Facebook







^