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Caciques mapuches en Neuquén y en la Pampa

Como la violencia de unos caciques mapuches en la Pampa destruyó a los caciques pacíficos y todo se terminó en la derrota total




presentado por Michael Palomino (2011)

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de: María Espósito: Caciques mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español / español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN 987-1134-51-7


Resumen
Vinieron caciques Mapuches de Araucania con sus lanzadores instalándose en Neuquén y en la Pampa. La mayoría de ellos fueron agresivos y destruyeron los indígenas criollos y siempre atacaron a los blancos de la provincia de Buenos Aires. Al fin vinieron las tropas de Buenos Aires y los caciques mapuches de la Pampa perdieron todo.


1700

Cacapol

Reinado alto: 1715-1735, Pampa

Cacique pampa que logró destacarse entre 1715 y 1735. Sus dominios ocuparon un extenso territorio del centro y sur de la provincia de Buenos Aires. Tenía buenas relaciones con los criollos, a quienes les permitían asentarse en sus tierras. Varios estancieros argentinos y extranjeros aprovecharon la cordialidad del cacique.

Cacapol era primo de otro notable cacique pampa llamado Tolmichiya. Además, fue padre de un bravío guerrero conocido con el nombre de Cangapol, a quien, por su coraje, lo llamaban el "cacique bravo". Cacapol tuvo que soportar numerosos malones que en pocas oportunidades podía controlar (p.339).

Caleliyán

Reinado: 1725-1735, río Salado

Cacique de los pampas que habitó las costas del río Salado entre 1725 y 1735. Vivió en amistad con los españoles, sin tener jamás un reproche sobre su comportamiento. A la muerte de su amigo, el cacique (p.340) Cocopol, la tribu del difunto realizó malones en las fronteras de Areco y Arrecifes. El encargado de detenerlos fue Juan de San Martín, quien - en los primeros intentos por reprimir - fracasó estrepitosamente. Para no quedar en ridículo ante sus subordinados, cambió la dirección y dirigió sus tropas hacia los toldos del manso Caleliyán. Allí, San Martín desahogó su furia contra la inocente tribu. Pocos sobrevivieron a la embestida furiosa del ejército. El prudente cacique fue degollado por el mismo San Martín (p.341).

Caleliyán, el joven

Región: río Salado

Hijo de Caleliyán, habitaba cerca de las tolderías de su padre. Enterado de la muerte injusta de su padre, decidió aliarse a los Pichunches para vengarse. Asaltaron Villa de Luján provocando daños irreparables para los españoles. De ese modo devolvió la terrible matanza que había sufrido su pueblo. En ese momento intervino el cacique Cangapol (hijo del fallecido Cacapol), quien dialogó con ambas partes y consiguió calmar los ánimos entre cristianos y aborígenes. De esa manera, regresó la paz a la tribu del joven Caleliyán (p.341).

Agüel

Pampa cerca de Salinas Grandes

Cacique pampa de gran reconocimiento por parte de sus colegas. Habitó el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, en las proximidades de Salinas Grandes. En 1780, fue uno de los firmantes del Tratado de Paz con el gobernador Bucarelli. El pacto pretendía tranquilizar las fronteras del Sur. El cacique Agüel debió concurrir a Buenos Aires para dejar un sobrino suyo como rehén a los efectos de garantizar el cumplimiento del acuerdo. En caso de que los aborígenes rompieran el pacto, Agüel  debía ser atrapado para luego ser decapitado. Su cabeza sería expuesta en la picota pública en la Guardia de Luján para que escarmentaran aquellos que osaban no cumplir los pactos (p.338).

Evinguanau (1795-1825)

Pampa

Cacique pampa que vivió en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires entre 1795 y 1825. Era hijo del cacique Epugner. El coronel Pedro García, quien fue enviado a los pueblos aborígenes para dar la noticia sobre las nuevas autoridades revolucionarias, encontró en el cacique Evinguanau a un honesto colaborador. El cacique, junto a otros líderes, acompañó a García hasta el final de la expedición.

El coronel, como muestra de agradecimiento, invitó a los caciques a Buenos Aires. El 5 de octubre de 1811, Evinguanau y otros capitanes de menor jerarquía fueron recibidos en la ciudad de Buenos Aires por el Triunvirato y el presidente del organismo Feliciano Chiclana. Los caciques, por su parte, dieron reiteradas manifestaciones de paz (p.344).

Llanquinel (1810-1827)

Sierra de la Ventana

Cacique pehuelche que vivió en Sierra de la Ventana, entre los años 1810 y 1827. En alianza con otros caciques, se dedicaba a realizar malones. Federico Rauch se decidió a perseguirlo después de recibir el apoyo de las lanzas de los caciques Negro y Juan Catriel. El 3 de enero de 1827, Llanquinel fue cercado en la laguna de Epecuén, donde fue derrotado junto a sus aliados Maicá, Petey, Uñol y Cañuepán. Sin embargo, Llanquinel no pudo ser apresado. Huyó hacia el desierto y nunca más fue visto (p.345).


1800

Curu-Nahuel (1805-1835)

Región de Tandil

Cacique pampa que vivió por los años 1805-1835, en los alrededores de Tandil. Su nombre se traduce "tigre negro". Los vecinos de la región jamás tuvieron una queja que involucrara a la tribu de Curu-Nahuel. Se dedicaban a criar ganado vacuno, lanar y equino. Confeccionaban ponchos, sogas, matras y cojinillos. También, sembraban maíz y zapallo. Curu-Nahuel fue el padre de otro gran cacique llamado Cachul. La paz entre gauchos, aborígenes y criollos fue alterada cuando las autoridades comenzaron a molestar y a (p.343) perseguir a los hombres de Curu-Nahuel. Los reclamos de tranquilidad no fueron escuchados. El Gobierno multiplicó las persecuciones y comenzó a confiscar bienes de los aborígenes y criollos. Muchos indígenas terminaron presos en la cárcel de Buenos Aires (p.344).

Ancafilú

Reinado: 1810-1822, región de Tandil

(Anca = mitad, p.9; filu = víbora, culebra, p.33)

Cacique pampa que vivió en las costas del arroyo Capaleofú, cerca de Tandil, entre los años 1810 y 1822. Su nombre significa "mitad de víbora". Martín Rodríguez - reconocido asesino de aborígenes - sorprendió a Ancafilú mientras éste estaba en sus toldos junto al cacique Anepán (p.338).

Ambos lograron escapar. La actitud de Rodríguez era repudiada no sólo por las tribus, sino también por las autoridades nacionales. Ancafilú intentó tenderle una celada a Rodríguez, pero éste se enteró y atacó a las huestes del cacique, lo que provocó centenares de muertos (p.339).


Invasores de los años 1815 / 1816

Cachuel

Invasor 1815-1820, reinado en la región de Neuquén

Cacique araucano que entró en el país entre los años 1815 y 1820. Luego de incontables malones en tierras de los criollos, decidió instalarse definitivamente en Neuquén. Desde entonces, abandonó sus costumbres guerreras. Durante un tiempo, estuvo aliado a otro cacique araucano invasor llamado Venancio Cayupán, quien también decidió asentarse en la Argentina. Cachuel terminó colaborando en las expediciones del coronel Estomba (p.340).

Cayupán

Invasor 1815

(cayu=seis, pan, pangui=puma, león; así: cayupán=seis leones)

Cacique araucano que entró en el país como invasor en el año 1815. Instaló su toldería cerca de Bahía Blanca. Se unió a Juan Catriel, Cachul y Llanquelén para (p.342) combatir a los Pincheiras (pandilla de ladrones (rateros) de la familia Pincheira [web05]). Realizó algunos malones, pero al cabo de un tiempo decidió vivir en paz y se convirtió en colaborador de las fuerzas nacionales. Tanto en la Argentina como en Chile, Cayupán goza de muy buena reputación. Su nombre significa "seis leones" (p.343).

Cañuquir

Reinado 1815-1840 cerca de Masallé

Cacique borogano que vivió cerca de Masallé entre 1815 y 1840. Durante un tiempo, integró la banda de Pincheiras sin el consentimiento de los boroganos, quienes siempre fueron enemigos de los bandidos. En 1830, Rosas logró rescatar a Cañuquir de esa banda. Entre ambos firmaron una alianza de mutua protección. Pero el cacique no cumplió su palabra y comenzó a realizar saqueos a comarcas de criollos. Para mantener la paz en la frontera, Rosas tomó de rehén a la mujer de Cañuquir en Los Cerillos. Nuevamente, el cacique aceptó la paz y su esposa fue devuelta a sus manos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que Cañuquir volvió a maloquear. Las fuerzas nacionales lo persiguieron y, al cabo de dos batallas, lograron mermar sus filas haciéndole perder 650 guerreros. Cañuquir fue apresado y condenado a muerte. Su cabeza fue expuesta en señal de escarmiento durante varios días (p.342).

Rondeau

Invasor 1816, reinado 1816-1834 (asesinado por Calfucurá)

Cacique araucano chileno que ingresó en el país en el año 1816. Ubicó su asentamiento en las cercanías de Masallé, al oeste de la laguna Epecuén. Entre 1816 y 1834, el jefe de los boroganos mantuvo la paz con los cristianos y criollos de esas tierras. También formó parte de la columna expedicionaria de Rosas en 1833. Su conducta fue considerada por el Gobierno como honesta porque no quiso participar de malones contra las localidades donde vivían los blancos. En 1830, Rondeau recibió con los brazos abiertos a Calfucurá [que vino de Chile también], quien lo incitó a realizar malones. Pero Rondeau continuó negándose. En 1834, mientras se realizaba una reunión donde se criticaba la actitud saqueadora de Calfucurá, fueron asesinados - por enviados de Calfucurá - todos los jefes boroganos, entre ellos Rondeau. A partir de entonces, el Señor de las Salinas se adueñó de las tribus y se proclamó Emperador de las Pampas (p.347).

Alum

Cacique subordinado de Rondeau

Cacique borogano que levantaba sus toldos en Masallé, cerca de las Salinas Grandes. Alum obedecía a un cacique principal de origen araucano, llamado Mariano Rondeau, que desde principios del siglo XIX habitaba la región. Los caciques del grupo de los borogas tenían buenas relaciones con los criollos. Se dedicaban a la cría de ganado y a sembrar maíz y zapallo. Alum había participado - como auxiliar - en una de las columnas expedicionarias de Juan Manuel de Rosas. Como casi todos los caciques boroganos, Alum fue asesinado por Calfucurá, quien incitaba a la guerra contra los blancos (p.338).

Chocorí (padre del cacique Valentín Sayhueque)

Cacique araucano que entró en el país con el fin de maloquear. Realizó numerosos asaltos a Patagones, Bahía Blanca y poblaciones menores del sur de Buenos Aires. Para saquear se asoció a otros caciques como Catrirén, Maullín, Vetocurá y Lupil. Una columna del ejército de Rosas, encargada de subyugar a los caciques rebeldes, persiguió hasta la cordillera a la tropa de Chocorí, quien fue sorprendido en su campamento y debió huir despavorido. Nunca atraparon al cacique Chocorí, pero éste tampoco volvió a participar en malones. Fue el padre del Señor de las Manzanas, el gran cacique Valentín Sayhueque (p.344).


1825

Cachul

Reinado 1825-1855

Hijo del cacique Curu-Nahuel, vivió cerca del arroyo Tapalquén, entre los años 1825 y 1855. Mantuvo cordiales y leales relaciones con los criollos. Permitía que estancieros y gauchos se instalaran en su territorio. En 1833 se incorporó a las fuerzas expedicionarias de Rosas, que tenían como objetivo perseguir las tribus que se dedicaban a saquear los campos de los cristianos. Se sumó a las filas junto a otros caciques como Catriel, Llanquelén, Francamán, Reilet y Cayupán. En una oportunidad fue atacado por sorpresa por soldados del ejército de Mitre. Si bien Cachul emprendió la retirada rápidamente, regresó al poco tiempo con varios lanceros y pudo derrotar a los saqueadores (p.340).


1830 / 1831

Cachamillán

Invasor 1830

Cacique araucano que entró en la Argentina como invasor alrededor de 1830. Se instaló cerca de su aliado Calfucurá, de quien recibía órdenes constantes para (p.339) realizar malones. Cachamillán participó de la matanza de Masallé, donde fueron asesinados los jefes boroganos. En un intento de saqueo a Bahía Blanca, fue descubierto antes de su llegada y tuvo que huir al Nahuel Mapu para evitar la derrota (p.340).


Juan Calfucurá (* apr. 1772-1873)

[El Hitler de los Mapuches en la Pampa]

Invasor 1831, reinado en la Pampa 1831-1873

(calfu=azul, cura=piedra, así: Calfucurá=piedra azul, Lapislázuli)

La leyenda decía que aquel que fuera poseedor de la Piedra Azul (Lapislázuli [web02]) sería retribuido con poderes de jefe. Calfucurá (que en mapuche significa "piedra azul") aseguraba tenerla y, por ende, debía erigirse como dueño de toda la vasta región pampeana argentina.

Nació en Llona (Chile) y, ya como cacique araucano, llegó a la Argentina en 1831. Arribó al país con carácter de invasor, pero se terminó instalando en Salinas Grandes (La Pampa), cerca de un lugar llamado Masallé. Allí, pidió protección y asilo a otro cacique araucano, Mariano Rondeau (jefe de la nación borogana, de la región de Boroa [web03]). Las relaciones entre ellos fueron desmejorando a medida que transcurría el tiempo. Las intenciones de ambos caciques era disimiles:

Mientras el cacique Piedra Azul (Calfucurá) tenía hábitos belicosos e incitaba a realizar malones contra comunidades de hombres blancos, Rondeau pretendía mantener relaciones amistosas y cordiales con los cristianos y las autoridades. Estas discrepancias llegaron a tal punto que, en 1834, Calfucurá - con la ayuda de otros caciques - asesinó en una asamblea al jefe borogano y a varios de sus séquitos.

A partir de entonces, el cacique Piedra Azul (Calfucurá) se proclamó "Emperador de las Pampas" y adoptó el grado de General, creando un gobierno indígena que tendría vigencia por cincuenta años. Además, el victorioso cacique se agregó el nombre Juan y mandó confeccionar un sello con la siguiente adscripción:

"General Juan Calfucurá - Salinas Grandes".
("General Juan Piedra Azul - Salinas Grandes").

Estas palabras quedarían impregnadas en varias correspondencias oficiales. También, designó a un secretario de origen chileno [también!] llamado Manuel Acosta. Descarado, cruel y muy inteligente, fue, tal vez, el mayor confidente del cacique (p.323). Este personaje tendría una influencia decisiva, ya que Calfucurá no sabía leer ni escribir.

Con el fin de afianzar su dominio político-militar sobre la región pampeana, hizo cruzar la cordillera a numerosos caciques araucanos de su confianza, quienes entraron en el país [en la nueva confederación indígena] con nutridas columnas de lanceros. Entre los caciques provenientes de Chile se encontraban hombres muy respetados por su valentía, como, por ejemplo: Mayquín, Quillapán Calvucoy, Marihual y Calvuén.

Luego de organizar sus ejércitos, Calfucurá unificó - por las buenas o por las malas - todas las tribus dispersas en la enorme región que abarca del Atlántico a la cordillera y de la Patagonia hasta el sur de Córdoba y Santa Fe. La idea del cacique de Salinas Grandes, como de tantos otros jefes, era conformar una confederación indígena americana, que aglutinara a todas las parcialidades aborígenes del continente. Sin embargo, los condicionamientos eran contundentes: la falta de comunicación y la disparidad de intereses tornaron imposible llevar adelante los planes previstos. No obstante, Calfucurá alentaba la idea de un gran imperio que sólo pudo mantener durante su vida y unos pocos años a través de su hijo Namuncurá.

Para mantener su poderío en la región, Piedra Azul (Calfucurá) no escatimó en realizar alianzas. Quizá la más significativa fue la que hizo con [el presidente blanco] Justo José de Urquiza, quien nombró a Calfucurá y a sus guerreros como soldados de la Confederación. El caudillo entrerriano pretendía que éstos sirvieran al Gobierno de Paraná, hostilizando - mediante malones - a la provincia de Buenos Aires. Así lo hizo, una y otra vez. Una de las más destacadas fue el 13 de febrero de 1855, cuando con 5,000 jinetes arreó de la localidad de Azul 60,000 vacunos.

El cacique de la piedra azul era un hábil y astuto guerrero que se mantuvo al frente de batalla hasta los últimos días de (p.324) su vida. Dirigió numerosos ataques y saqueos contra pueblos y ciudades del sur de Buenos Aires, como Olavarría, Tandil y Bahía Blanca. El 8 de marzo de 1872 luchó en San Carlos contra las fuerzas militares dirigidas por Ignacio Rivas. Ésa sería su última batalla. Tenía casi 100 años de edad.

El 14 de junio de 1873, el soberano de las Salinas Grandes murió en sus toldos de Chiloé, al oeste de las salinas. Cuentan que en la agonía pidió por su hijo, a quien le repitió insistentemente: "No entregar Carhue al huinca" ("No entregar el lugar verde al extranjero") (p.325).


Quintucó (1810-1834)

Cacique borogano que vivió en las cercanías de las Salinas Grandes, entre los años 1810 y 1834. Mantenía relaciones pacíficas con aborígenes y criollos. Cuando sucedió la matanza de Masallé, el cacique Quintucó tuvo la valentía de reprobar los asesinatos evidenciando su oposición a Calfucurá. Al poco tiempo, el Señor de las Salinas lo mandó matar. Su nombre se traduce como "el que busca agua" (p.345).

Cristo

Cacique ranquel (grupo mapuche subordinado de ranqueles [web06]) que vivió cerca de las Salinas Grandes. Formaba parte de las tropas de Calfucurá. Su nombre provocaba temor en los cristianos. Era reconocido por su terrible crueldad. A mediados de 1857, viajó a Paraná para entrevistarse con Justo José de Urquiza. Además, llevó a un hijo de Calfucurá, que se quedó a estudiar allí. Llevó con él a un grupo de dieciséis personas (p.343).

Coliqueo

Cacique pampa que vivió en la localidad de Azul. Poseía una casa construida con cal y ladrillos. Era muy inteligente y un buen hombre. Mandaba a sus hijos a la escuela y llegó a tener el grado de Teniente Coronel en las fuerzas nacionales. Coliqueo ofreció sus guerreros para combatir en la guerra con el Paraguay porque se consideraba argentino (p.343).


José María Bulnes Llanquetruz (1831-1858)

Reinado 1850-1858, Pampa

Llanquetruz fue el único cacique que sabía leer y escribir. A diferencia de otros caciques, que tenían a su cargo un escriba, el conocimiento de lecto-escritura le permitía a Llanquetruz redactar de puño y letra las correspondencias y documentos. Sin duda, esta cualidad lo distinguía del resto de los líderes mapuches, pero había algo más. Llanquetruz, de no haber sido asesinado tan joven, fue el único cacique que podría haber puesto fin a la Confederación Indígena de Calfucurá. Sin embargo, la historia fue otra.

De padre y abuelo caciques, Llanquetruz nació en 1831. No se conoce con precisión en qué lugar exacto, pero se supone que fue en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Con tan sólo seis años, cayó prisionero de los Pehuenches del norte, quienes lo vendieron como sirviente a un hombre potentado de Chile. Este hombre se dedicó a darle varias instrucciones, entre las que se destacan la lectura y la escritura.

En 1850, Llanquetruz sintió correr por sus venas la sangre de la raza, y cansado de la servidumbre, se escapó. Al enterarse de la muerte de su padre, se autoaproclamó cacique, y logró reclutar una partida importante de guerreros. Con ellos, cometió una serie de tropelías cerca de Patagones y Bahía Blanca. Finalmente, luego de aumentar las filas de su tropilla, decidió sumarse a las huestes del entonces poderoso Calfucurá.

Calfucurá contra Llanquetruz

El gran cacique de Salinas Grandes recibió con los brazos abiertos a Llanquetruz, quien - por su valentía y coraje - no tardó en destacarse como guerrero. Calfucurá llegó a darle (p.318) el trato de un hijo, ya que tomó como mujer a una de sus hijas. Se desconoce qué grado jerárquico alcanzó Llanquetruz, pero sí se tiene conocimiento sobre las activas participaciones que el joven tuvo en las incursiones dirigidas por Calfucurá.

Sin embargo, las relaciones entre ambos empezaron a resquebrajarse. Las causas fueron dos: por un lado, Llanquetruz no sometía su voluntad fácilmente a las órdenes de sus superiores, y por otro, Calfucurá comenzó a celarlo por el prestigio que había alcanzado dentro de sus dominios.

Entonces, el cacique planeó matarlo. Llanquetruz, enterado del complot, huyó con parte de su gente al sur del río Limay, las tierras de sus antepasados. Luego, con el fin de vengar las intenciones de Calfucurá, atacó las tolderías de su suegro. Pero fue vencido y obligado a retirarse nuevamente hacia su región. A partir de entonces, ambos jefes quedaron enemistados para siempre.

Años de malones

Sin apoyo y librado a su suerte, Llanquetruz decidió volver a realizar malones contra Patagones y Bahía Blanca. Al mismo tiempo, maduró en su mente el modo de vengarse de Calfucurá, quien en ese momento actuaba a las órdenes [del argentino] de Justo José de Urquiza. A fines de 1855, atacó nuevamente el territorio de Salinas Grandes. El saldo de la batalla fue positivo: logró arrear centenares de vacunos. Luego, se dirigió a Patagones, donde, con autorización del comandante Julián Murga, comerció la hacienda. A mediados de 1856, volvió a Patagones, pero no con intenciones comerciales. Con gran coraje y habilidad estratégica, consiguió engañar las medidas precautorias del (p.319) fuerte, y se llevó varios centenares de vacas y caballos. Posteriormente, Llanquetruz no vaciló en regresar a Patagones para vender el ganado robado.

En esos años, varios súbditos de Calfucurá se enemistaron con éste y fueron a engrosar las filas de Llanquetruz, quien ya tenía en vista invadir la comarca de Tandil. En la primavera del '56, el joven cacique se llevó de Tandil 8,000 cabezas de ganado que, junto a las 20,000 que ya poseía, fue a comerciar a Bahía Blanca, Patagones, Chubut y Chile.

Luego, Llanquetruz volvió a Tandil, pero esta vez con ánimos diplomáticos. En la negociación con las autoridades militares del lugar, el cacique requirió que se tolerara y se legalizara la extracción de hacienda argumentando que el ganado era para el presidente Urquiza. Las autoridades tuvieron en cuenta las disparidades de fuerza y decidieron ceder ante el pedido de Llanquetruz, quien se retiró de la comarca con un importante botín.

Paz y alianzas

En octubre de 1855, el coronel Benito Villar - comandante de Patagones - se propuso lograr una alianza con Llanquetruz. El militar no sólo especulaba con una paz que aliviaría la región de los malones, sino también buscaba comprometer al cacique para aniquilar a Calfucurá con el apoyo de milicianos del ejército nacional. Dos serían los incentivos que jugarían un papel preponderante para convencerlo: una suculenta retribución y la ocasión de destruir a su suegro y acérrimo enemigo. Sin embargo, el coronel Villar tenía otros proyectos en mente: también pretendía liquidar a Valentín Sayhueque, primo de Llanquetruz.

De inmediato, ambas partes se pusieron en contacto para llegar a un acuerdo. Enviados del Gobierno nacional (p.320) recorrieron tolderías para exponer la propuesta y escuchar a los aborígenes. Al cabo de no pocos encuentros, los mediadores obtuvieron un acuerdo parcial. Llanquetruz creyó que era conveniente estar en buenos términos con el Gobierno y, sin esperar demasiado, acordó un pacto de amistad. El 13 de abril de 1857, el joven cacique entró en Patagones con treinta y cuatro hombres, seis mujeres y dos cautivos para confirmar, ante el coronel Villar, la paz y alianza con las tribus enemigas del Estado.

Al enterarse del tratado, Calfucurá repudió la actitud de Llanquetruz, quien, informado de la reacción de aquél, decidió enviarle una carta en donde le aconsejaba hacer las paces con el gobierno. Uno de los fragmentos lo ilustra de la siguiente manera:

"Sr. Calfucurá, ya tengo los cristianos como propios hermanos, no tengo que pensar en nada y estoy ganando sueldos y buenas raciones, y lo propio toda mi gente, que es fuerza de 800 hombres como le digo; y así le encargo que mejor haga la paz y no trate de mala intención y no se lleve de cuentos ningunos que le calienten la cabeza."

Por su parte, la opinión de Calfucurá quedó evidenciada en una carta que le dirigió al comandante de Bahía Blanca, Francisco Iturra. Una de las frases refleja las sospechas del cacique con relación al acuerdo:

"No permita que mi hijo Llanquetruz me juegue a dos barajas. (...) Sin embargo, estoy bien preparado para lo que pueda suceder."

Un cacique en Buenos Aires

Llanquetruz se embarco rumbo a Buenos Aires en el vapor "Belisario", para ratificar y firmar el tratado de paz y amistad. Llegó a fines de abril de 1857. El periódico La Tribuna le dedicó las siguientes líneas:

"Viene a pasear a (p.321) nuestra ciudad, donde quiere mandar a educar al mayor de sus hijos. Llanquetruz es un joven  de 25 años, de buena figura; viste uniforme de comandante. Pasó a visitar ayer al Gobernador. Para completar las emociones que debe recibir al encontrarse con tanta cosas nueva el habitante del desierto, bueno sería llevarlo el miércoles al teatro Colón."

En los días posteriores, fue agasajado por las autoridades, asistió al teatro Colón y recorrió la ciudad a caballo. El 19 de mayo acudió a la casa de Gobierno, donde mantuvo una conferencia de dos horas con el gobernador, Valentín Alsina, de la que resultaron arregladas las bases sobre el tratado de paz. Llanquetruz se embarcó hacia Patagones el 26 de mayo, después de presenciar los festejos por el aniversario de la Revolución de Mayo.

El final

La muerte de Llanquetruz (en 1858 [web01]) no ha podido ser esclarecida por los historiadores. El triste final del joven cacique da vueltas sobre posibles conspiraciones, riñas aisladas y excesos alcohólicos. Lo cierto es que Llanquetruz fue asesinado, supuestamente por un capitán de apellido Méndez, en una pulpería de Bahía Blanca. Las versiones son varias, pero dos son las más fuertes. Por un lado se dice que Calfucurá mandó matarlo aprovechando la excesiva confianza que su yerno tenía sobre su seguridad personal. Por otro, se cree que Llanquetruz estaba totalmente borracho cuando fue apuñalado por un oficial del ejército, quien le reprochó la muerte de un amigo (p.322).


La dinastía de los Catrieles

Juan Catriel (muerto 1848)
[web04]

Cacique de la región pampeana. Era el padre de Cipriano, Juan José y Marcelino. Su relación con los criollos era de amistad y respeto mutuo. En varias ocasiones, la tribu de Juan Catriel colaboró con las autoridades militares para evitar los malones de los aborígenes araucanos chilenos y ciertos grupos de alzados que circulaban por la extensa pampa argentina.

En 1827, colaboró con sus lanceros en una brigada del Ejército Nacional comandada por el coronel Rauch. En esa oportunidad fue secundado por el cacique tehuelche Negro. En 1833, el cacique Juan participó como cooperador y auxiliar en la expedición al desierto que emprendió Juan Manuel de Rosas. También lo acompañaron los jefes Fracamán, Reilet, Venancio Cayupán, Llanquelén y Cachul, entre otros. Se puede afirmar que el gran cacique Juan Catriel fue aliado de Rosas hasta su caída del Gobierno en 1852.

Juan fue muy amigo de los caciques Cachul y Lucio, quienes tenían sus asentamientos cerca del arroyo Tapalquén, al (p.325) noroeste de Azul. El padre de los Catriel pudo convivir en sus tierras con los cristianos y criollos hasta el día de su muerte. Juan murió en el campo de batalla cuando estaba combatiendo un malón aborigen. En esa oportunidad, estaba peleando junto al coronel Alvaro Barros y el cacique Quentrel. Al morir, su lugar fue ocupado por su hijo Cipriano. En la actualidad, los aborígenes conocidos como catrieleros viven, en pequeñas propiedades, cerca de Los Toldos en la provincia de Buenos Aires.

Cipriano (Catriel)

Al igual que su padre, mantuvo amistosas y respetuosas relaciones de paz con los criollos argentinos. Constantemente, ofreció a sus guerreros pampas para colaborar en la imposición de orden en los campos bonaerenses.

El 9 de octubre de 1870, el coronel Elías - comandante de la frontera de Azul -, en representación del Gobierno Nacional, firmó un Tratado de Paz con Cipriano. Con él, se intentaba poner fin a una serie de represalias que los aborígenes habían llevado a cabo debido a terribles vejaciones que habían sufrido por parte de los militares. El coronel Elías no tenía buena fama entre los indígenas a causa de las sangrientas y terroríficas matanzas que había realizado contra la comunidad pampa.

El acuerdo de paz duró poco tiempo. En mayo de 1871, tres caciques que obedecían a Cipriano (Manuel Grande, Chipitruz y Cafulcir) se vieron obligados a sublevarse contra Elías. Las raciones de comida y los sueldos que el coronel les había prometido a cambio de sus servicios como caballería auxiliar, nunca llegaron. Pero no sólo era eso: Elías continuaba con sus matanzas indiscriminadas. Finalmente, Cipriano se puso bajo las órdenes de Mitre (p.326), quien lo entrometió en rencillas políticas para luego engañarlo y dejarlo a la merced de tropas enemigas. Fue detenido y desarmaron a todos sus hombres. Luego, cayó en manos de su hermano Juan José, quien lo mató por considerarlo traidor a su raza.

Juan José (Catriel)

Reinado 1865-1878

Este cacique tuvo una actuación destacada entre los años 1865 y 1878. Luego de matar a su hermano Cipriano, tomó el mando de la tribu y se quedó en el mismo lugar donde siempre había vivido la tribu de los catrieleros. Juan José, a diferencia de su padre y de su hermano, no quería tener ningún tipo de trato con las autoridades nacionales. Estaba convencido de que las tierras eran de los suyos. Al mismo tiempo, se aprovechaba de los criollos para robarles la hacienda u obligarlos a que le cedieran harina, yerba, carnes y tabaco. En un malón que fracasó, las autoridades persiguieron a Juan José y a su hermano Marcelino, que se salvaron con sus familias porque un día antes habían mudado sus toldos a otro lugar.

Marcelino (Catriel)

De los tres hermanos, fue el que tuvo la actuación menos destacada. Sin embargo, fue un guerrero de mucho coraje y valor que - de acuerdo con las leyes de la vieja estirpe - no deseaba la paz con los hombres blancos. En 1877, debió huir tierra adentro, donde fue atrapado junto al cacique.

Calfucir

Arroyo Tapalquén cerca de Azul

Cacique que vivió en las cercanías del arroyo Tapalquén, al noroeste de Azul. Formaba parte de las fuerzas del jefe Cipriano Catriel. Fue leal y honrado con los criollos que habitaban su territorio. Junto a los caciques Manuel Grande y Cipitruz, reunían 600 lanzas, que estaban dispuestas a resguardar el orden y la paz de la región. El 9 de octubre de 1870 firmó, junto a Cipriano Catriel, un Tratado de Amistad con el Gobierno nacional. Sin embargo, el jefe de la frontera, un coronel de apellido Elías, no respetó lo pactado, y le negó a la tribu las raciones y los sueldos que le correspondían. Cansado de los abusos, en 1871 se unió a Manuel Grande y Cipitruz, sublevándose a Elías (p.341).


Manuel Namuncurá

Reinado: 1835-1885, Salinas Grandes

[namun=pie, cura=piedra, roca, así: pie de piedra]

Cacique de origen araucano chileno. Llegó a la Argentina con su padre, el gran jefe Juan Calfucurá, a quien Juan Manuel de Rosas había autorizado a traspasar la cordillera (p.327). Al morir su padre, heredó al mando y los dominios de todo el imperio de Salinas Grandes. La traducción de su nombre significa "pie de piedra" o "piedra en forma de pie". Entre 1835 y 1885, vivió en un paraje llamado Chiloé, cerca de las salinas en La Pampa.

Llegaron a obedecerlo veinticinco caciques, cien capitanejos y más de 2500 lanceros. Sus fuerzas estaban compuestas, en su mayoría, por araucanos y ranqueles. Sin embargo, eso duró poco. El error estratégico de Namuncurá fue tener a los caciques y capitanejos en condiciones de subordinados y no como jefes libres reunidos en parlamentos democráticos y amistosos. De esa manera, los caciques comenzaron a desobedecerle y, por el año 1875, sólo contaba con seis caciques, setenta capitanejos, 1,500 lanceros y 7,500 personas entre niños, mujeres y ancianos.

A pesar de la mengua en su poderío militar, Namuncurá se mantuvo en guerra constante contra los ejércitos que pretendían "conquistar el desierto". Además, intervino en las luchas intestinas del país, ofreciendo sus lanceros a diversos bandos. En 1877 varios caciques, desmoralizados por las persecuciones y matanzas, decidieron rendirse. Namuncurá quedó solo con 1,000 guerreros armados con lanzas. El gran imperio de la dinastía de los de Piedra comenzaba a derrumbarse. Sin embargo, el cacique de las salinas fue uno de los últimos en rendirse ante la embestida armada de la campaña militar del general Roca.

Hambriento, desnudo, sin armas y con la promesa de que le iban a entregar tierras para el cultivo y la cría de ganado, se entregó en la localidad neuquina de Ñorquín el 24 de marzo de 1884. Luego, el Estado lo ascendió al rango de coronel de la Nación, pero esto no llegó a compensar la pérdida de sus tierras (p.328).

Murió nonagenario (con 90 años), después de una visita a la ciudad de Buenos Aires, donde fue objeto de la simpatía y la curiosidad de la población.


Rumay, hermano de Namuncurá

Reinado: 1860 apr.-1882, Salinas Grandes

Cacique araucano, hijo de Calfucurá y hermano de Manuel Namuncurá. Vivía en las Salinas Grandes y participó de varios malones junto a su padre y su hermano. El 9 de octubre de 1876 fue protagonista - junto a su hermano - de una de las más grandes invasiones. En complicidad con los caciques Manuel Grande y Tripailao, atacaron con 2,000 guerreros una vasta extensión de la pampa bonaerense. El botín conseguido era descomunal. A fines de 1882, Rumay terminó apresado en las cercanías del río Aluminé (p.347).

Blanquillo

Región de Salinas Grandes

Cacique pampa que vivía muy cerca de las Salinas Grandes, que por ese entonces eran dominadas por Manuel Namuncurá. Durante los años 1860 y 1877, Blanquillo se dedicó a realizar malones contra comarcas criollas. Su carácter era belicoso. A fines de 1877, fuerzas nacionales de la división Guaminí sorprendieron a la tribu en sus toldos, de la que hicieron muchos prisioneros y sustrajeron gran cantidad de hacienda. A partir de entonces, Blanquillo no pudo recuperar su poder político y económico (p.339).


Reuque-Curá, hermano de Calfucurá

Reinado 1860 apr.-1883, río Catan-Lil

Cacique araucano, hermano de Calfucurá y tío de Manuel Namuncurá. Vivió en las orillas del río Catan-Lil. En verano, su tribu se trasladaba al río Aluminé. Su zona de afluencia era sumamente estratégica, ya que desde allí se podía pasar de un modo sencillo a Chile, donde se realizaban importantes negocios. A Reuque-Curá le obedecían alrededor de quince caciques, entre los que se destacaban Queupú-Millá, Nahuelpan, Painé-Filú y Pulmane.

Después de Valentín Sayhueque, era el jefe que mayor número de lanzas poseía: 2,500 lanceros. Algunas versiones de la época indican que su ejército era más grande que el del propio Calfucurá, quien en sus malones siempre solicitaba la cooperación de su hermano. La ayuda que éste le brindaba era de entre 600 y 1,000 guerreros de su tribu.

Reuque-Curá tenía una magnífica habilidad política. Mientras mantenía la paz con el Gobierno de Buenos Aires, aprovechaba los malones de su hermano y otros caciques. De este modo, el inteligente cacique se eximía de las amenazas de las fuerzas nacionales. Todavía en 1875 mantenía 2,000 guerreros bajo sus órdenes. A partir de principios de 1881 se inició la caída de Reuque-Curá.

El 1 de marzo de ese año [1881], las fuerzas de Buenos Aires comenzaron la persecución contra dos de sus principales aliados: los caciques Rumay y Namuncurá. La agonía duró hasta el 5 de diciembre de 1883, cuando las tribus de Reuque-Curá fueron capturadas en el medio del frío, el hambre y la desolación (p.346).


Manquiel, un cacique pehuelche

Reinado 1860-1882, río Aluminé

Cacique pehuelche que habitó la margen derecha del río Aluminé, entre 1860 y 1865. No participaba en malones. Era muy amigo de Reuque-Curá, hermano de Calfucurá. En 1882, para garantizar sus deseos de paz y amistad, entregó a las fuerzas nacionales miembros de su familia. Pretendía que no lo atacaran ni le robaran las tierras. Sin embargo, el pacto no se cumplió. Hastiado de persecuciones, Manquiel decidió entregarse con toda su gente al teniente coronel Godoy (p.345).


Feliciano Purrán

Alto reinado: 1860-1870, norte de Neuquén

Purrán fue un cacique pehuenche, cuyos dominios se extendieron al norte de Neuquén, entre los ríos Barrancas y Agrio, la localidad de Añelo y la cordillera. Su territorio lindaba en el sur con "El País de las Manzanas" de Sayhueque, uno de los pocos caciques a quien realmente respetaba.

Fue el líder principal de una confederación de naciones indígenas. Ejercía su poder sobre caciques menores, quienes tenían sus tolderías ubicadas en posiciones estratégicas. La traducción de su nombre equivale a "vale cuatro". [?]

La época de máximo apogeo de Feliciano Purrán tuvo lugar entre los años 1860 y 1870, cuando logró reunir en su Parlamento a 27 caciques, más de 75 capitanejos y tener a su mando a 1,600 lanceros. Su estrategia política era muy particular: él no participaba de los malones, pero incitaba a otros caciques a que incursionaran en terreno de los blancos. Luego, compraba el ganado muy barato, lo hacía invernar en su terreno y lo vendía en Chile a muy buen precio. Llegó a poseer entre 20,000 y 30,000 cabezas de ganado vacuno.

La (p.330) fortuna del cacique, como la de aquellos que trabajaban con él, era incalculable. Sus virtudes como comerciante y guerrero traspasaban los límites de su amplio reino. Este tipo de tratos comerciales era una de las grandes diferencias que mantenía con su vecino Sayhueque. A diferencia del "Señor del País de las Manzanas", Purrán tenía fluidas relaciones con las autoridades chilenas, lo que generaba que los hacendados blancos quisieran instalarse del lado argentino. Según testimonios de Julio A. Roca, el cacique recibía sueldos mensuales por parte de los mandatarios chilenos con el fin de mantener el dominio de esas tierras en nombre de dicho país y a los efectos de estimular los malones de sus adeptos a poblaciones argentinas.

Purrán fue uno de los caciques que propusieron a los demás líderes provocar una guerra de guerrillas contra los blancos. Sin embargo, el sofisticado armamento del Ejército provocó temor entre los caciques, quienes prefirieron rendirse o pactar. Frente a esta situación, Purrán eligió seguir peleando.

En 1880, la I Brigada, bajo las órdenes del general Villegas, mandó que se aniquilasen las tropas de Purrán y Queupu, quienes acampaban en los valles cordilleranos a las orillas del río Bio Bio. El militar a cargo de la operación, el sargento mayor Ruibal, se dirigió - con 47 soldados - tras los pasos de los caciques. Las fuerzas de Purrán estaban menguadas debido a la incesante persecución. Utilizando un mediador conocido de Purrán, Ruibal consiguió que el cacique asistiera a una instancia de negociación, pero una confusión de los soldados durante el encuentro hizo que abrieran fuego y toda la comitiva del cacique murió. Él logró salvar su vida, pero el tiroteo hozo que todo el resto de los indígenas escaparan (p.331).

Purrán fue detenido y enviado prisionero a la isla Martín García. Luego de unos años de prisión, pudo convencer a un militar de que lo condujera a Ranquilón y lo dejara en libertad a cambio de mostrarle el lugar exacto de la ubicación de una gran mina de plata. Cuando estaban en Chos Malal, este guerrero escapó a Chile, donde se refugió y pasó el resto des sus días. Nunca pudieron volver a apresarlo (p.332).


Pincén

Pampa

Cacique pampa que estuvo bajo las órdenes de Calfucurá hasta que éste falleció. Luego, se independizó, desoyendo - en varias oportunidades - los mandatos de Namuncurá (cacique heredero del trono de Calfucurá). Vivió la mayor parte de su vida en las proximidades de la laguna de Malalcó, a unos 50 kilómetros al oeste de Trenque Lauquen.

Pincén sólo tenía 150 guerreros, pero la admiración que recibía por parte de algunos caciques favorecía la conformación de alianzas con otros lanceros, quienes se ponían a disposición de él. De esa manera, llegaba a juntar 600 lanzas. Sus malones eran reconocidos por la astucia y valentía. Nunca firmó un tratado de paz con los blancos, y si algún cacique lo hacía, él mismo se encargaba de romperlo. Valentín Alsina lo describió como el "hijo indómito y rebelde del desierto". Cuando lo capturaron, tenía 70 años y vivía con cuatro mujeres, una de ellas blanca y sobrina del militar Arredondo.

Pincén nunca pactó con el Ejército ni con las comarcas de hombres blancos. Él sentía que ellos le habían arrebatado sus tierras. Por eso los desafiaba a pelear y les robaba (p.332).

Cañumil

Reinado 1860-1878, Pampa

Cacique pampa que vivió en el sudoeste de Buenos Aires entre 1860 y 1878. Algunas versiones indican que podría ser hijo del cacique Pincén. En 1872, Cañumil solicitó al Gobierno que se revalidara un Tratado de Paz firmando años anteriores, el cual había dejado de tener vigencia debido a los constantes malones de los caciques rebeldes. Para demostrar su buena predisposición, ofreció rehenes de su propia gente. Corría el año 1877 cuando terminó atrapado, en las cercanías de Guatraché, con los últimos cuatro guerreros que le quedaban (p.342).



Valentín Sayhueque (* apr. 1830-1903)

El último cacique mapuche, reinado 1845 apr.-1903, País de las Manzanas

(Chai=padre, dueño; hueque=oveja, lanar; "Dueño de los lanares")

Valentín Sayhueque será recordado por los libros de historia como el último cacique en rendirse ante la arremetida feroz de los "conquistadores del desierto". Sin embargo, su vida no se reduce sólo a esa valerosa hazaña. Su nombre, en mapuche, significa "Dueño de los lanares" (ovejas), ya que say o shai (que va por Chai o Chao) significa padre o dueño, y hueque se traduce como oveja o lanar.

George Musters escribía su nombre "Cheoeque"; San Martín hablaba de él en sus cartas y lo llamaba "Chaihueque". Según los sonidos y las grafías, otros se referían a él como Saihueque, Shaihueque o Sayeweke. Pese a las divergencias en el modo de escribir o pronunciar su nombre, todas estas denominaciones se refieren al mismo hombre: el gran cacique del "País de las Manzanas".

No hay acuerdo ni precisión respecto de la fecha y el lugar exacto del nacimiento de Valentín Sayhueque. La versión más fuerte indica que fue cerca de 1830 en las proximidades de los ríos Negro y Colorado. Su padre fue el gran cacique araucano Chocori, quien murió en 1833 en una batalla de la "campaña contra el indio" que emprendió Juan Manuel de Rosas. Su madre fue una mujer tehuelche. De muy joven, Sayhueque accedió al cacicazgo, después de un corto período de tutela con sus parientes adultos. En edad temprana recorrió en varias oportunidades su área de influencia, es decir, la actual provincia de Neuquén, el valle de Collón Curá (esp.: valle de la máscara de piedra, p.17), sobre el río Caleufú, la zona conocida en ese entonces como el País de las Manzanas.

Luego, con el correr de los años, el imperio se extendería hacia el Sur, hasta las nacientes del río Chubut; hacia el Norte, hasta el río Neuquén y por el Oeste lindaba con la cordillera (p.333).

Su primera batalla fue también cuando era muy joven. En 1885 llegó hasta Carmen de Patagones y fue de la partida en el ataque a la estación San Antonio de Iraola.

El trato con el hombre blanco

Las relaciones que Sayhueque mantuvo con los hombres blancos estuvieron signadas, en varias oportunidades, por las coyunturas políticas y económicas del momento. El gran cacique era un líder inteligente y estratégico. Nunca tuvo interés en involucrarse en enfrentamientos que pudieran llegar a perjudicar a su gente. Justamente, las veces que decidió alzarse en armas fueron esas oportunidades en que sintió que la dignidad de su pueblo estaba siendo ultrajada. Tal vez, ésa sea una de las causas principales que motivaron el reconocimiento y el respeto hacia Sayhueque por parte de todos los grupos aborígenes.

Si no había una autorización previa, el "País de las Manzanas" estaba cerrado al hombre blanco. Sin embargo, el gran cacique de las manzanas había prohibido terminantemente que alguna de sus tropillas de lanceros participara en ataques a asentamientos del hombre blanco. A pesar de las invitaciones de Cafulcurá, Purrán y Namuncurá para que formara parte de malones, nunca Sayhueque permitió que alguno de sus 5,000 guerreros interviniera en esos ataques. Algunas versiones indican que sus familiares le habían inculcado desde joven que debía mantener la paz con los criollos argentinos. Otras señalan que, en muchas oportunidades, Sayhueque castigaba a los miembros de su tribu que se atrevieran a dañar - sin motivo - una población de hombres blancos.

En este sentido, el cacique Foyel - guerrero dependiente del gobierno de las manzanas - expresaba lo siguiente:

"Si (p.334) hacemos la guerra a los blancos, no tendremos mercado para nuestros ponchos, cueros y plumas, y por lo consiguiente es de nuestro propio interés mantenernos en buenos términos con ellos."

Esta política enardecía a los demás caciques. Namuncurá, en cartas dirigidas a los jefes ranqueles y boroganos, se quejaba de que el poderoso Sayhueque no prestara apoyo en los malones que ellos realizaban.

Es para destacar la cordial relación que el gran cacique de las manzanas tuvo con el inglés Musters, quien, en un gesto de hospitalidad, fue nombrado cacique (p.335).

Las virtudes de las tierras manzaneras

Los pobladores de la región llamada "El País de las Manzanas" vivían en una tierra privilegiada, donde crecían frutos únicos. Sin embargo, el bienestar con que vivían no sólo se vinculaba con las características naturales del lugar. Los manzaneros, como se llamaban los habitantes de la zona, mejoraban su producción con cultivos artificiales y criaban una amplia gama de animales. La organización económica de los hombres de Sayhueque no tenía nada que envidiarles a las poblaciones blancas de la provincia de Buenos Aires.

El nivel de vida era bueno, nunca escaseaban los alimentos, y las comodidades eran sorprendentes. Además, había tiempo para que los manzaneros se entretuvieran con fiestas y juegos.

El oficial del Ejército Nacional Mariano Bejarano realizó en 1872 el primer viaje al "País de las Manzanas" como enviado del Gobierno argentino, pero con quien Sayhueque mantuvo una relación notoriamente particular fue con el perito Francisco Moreno, quien en numerosas (p.335) oportunidades se encontró con el cacique en Caleufú. También recibió muchas visitas de militares chilenos, quienes pretendían que el cacique se declarara chileno y retuviera de esa manera la soberanía de sus tierras para ese país.

Tiempos de resistencia

Al comenzar la llamada "Conquista del Desierto", [el general blanco] Julio Roca envió a Sayhueque una nota para aceptar "reglas de buena amistad", pero el cacique no aceptó esta paz condicionada.

El cacique Purrán llamó a Sayhueque a defender las zonas amenazadas por la llegada de los blancos, y después de realizarse un consejo de guerra en Ranquilón (1879), el "Señor de los Lanares" decidió reunir a los caciques mayores y prepararse para pelear. Luego, Roca - a modo de soborno - volvió a escribirle otorgándole la investidura de "Gobernador de las Manzanas", pero el mensaje nunca llegó debido a que el norte de Neuquén estaba asolado por otras tropas. Sayhueque viajó rumbo al Sur y, a medida que avanzaba, las partidas aborígenes eran derrotadas. De este modo, quedó con pocos grupos, entre los que se encontraba el liderado por su hijo Trocomán.

Buscado vivo o muerto

En 1882, el teniente coronel Rosario Suárez dio la orden de aniquilar a Sayhueque, pero, aunque lo persiguió hasta la provincia de Chubut, no pudo encontrarlo. Ese mismo año, el cacique convocó a un parlamento aborigen, donde los caciques decidieron  por unanimidad continuar defendiendo sus tierras y su libertad (p.336).

Para 1884, los caciques Purrán, Cayul y Pincén habían sido capturados y estaban presos; Nam se había rendido; Quinchau, Baigorrita y Luciano habían muerto en combate; Namuncurá se había entregado en Fortín Pulmarí. El panorama era desalentador. No obstante, Sayhueque decidió seguir combatiendo. De ese modo, se convertiría en el último cacique de su raza en claudicar.

El último

Sabía que se trataba, ante todo, de un gesto simbólico, porque la derrota final era inminente. Además, sentía gran preocupación por su gente. Finalmente, el 1 de enero de 1885, se entregó en Junín de los Andes. Llevaba consigo unos 700 lanceros y 2,500 indios de "chusma" (niños, mujeres y ancianos). Esta rendición dio lugar al fin de las operaciones militares en la Patagonia y a la toma final por parte del Estado argentino de la provincia de Neuquén.

Desde allí, viajó a Carmen de Patagones, donde embarcó en el "Pomona" hacia Buenos Aires. Arribó el 22 de febrero de 1885 junto a once indígenas. Se entrevistó con el entonces presidente Roca, quien le entregó las tierras que el cacique solicitaba, pero sin que se estableciera la ubicación exacta de éstas. Días después volvió al Sur para reunirse con su gente en la localidad de Chinchinales, donde los pobladores fueron evangelizados por los curas Cagliero y Milanesio.

En esa zona, la tribu permaneció cerca de diez años hasta que el Gobierno la envió, en 1898, a la localización definitiva: unas tierras ubicadas cerca del río Tecka (Chubut). Acompañado de familiares y un sacerdote salesiano, Sayhueque murió en octubre de 1903 (p.337).


Quitraillán

Cacique pehuelche íntimo amigo de Sayhueque y Reuque-Curá. En 1863, los tres caciques firmaron el Tratado de Huincaval, el cual suscribió, por (p.345) la otra parte, el Presidente de la Nación. El documento era una expresión de paz y amistad entre el pueblo aborigen y el Gobierno nacional (p.346).


Ceferino (1886-1905)

[El hijo "religioso" del cacique Manuel Namuncurá que fue presentado al Vaticano]

Uno de los hijos del cacique mapuche Manuel Namuncurá fue el llamado "Santito de las Tolderías" o "El Lirio de la Patagonia". Ceferino nació el 26 de agosto de 1886 en la localidad de Chimpay, en el centro del valle medio de la provincia de Río Negro.

Uno de los misioneros salesianos con más influencia en la Patagonia, Domingo Milanesio, fue el sacerdote que lo bautizó en la Navidad de ese mismo año.

En 1897 viajó a Buenos Aires con su padre para que aprendiera un oficio. Pero Ceferino tenía otras aspiraciones. Luis Sáenz Peña, por aquel entonces Presidente de la Nación, le entregó a Manuel Namuncurá una recomendación para el salesiano presbítero Vespignani.

Estudió en un colegio de curas e hizo el aspirantado en el Colegio San Francisco de Sales (Viedma), donde conoció a monseñor Cagliero, quien, por las inclinaciones religiosas profundas de Ceferino, lo llevó a Roma. Allí conoció al Papa Pío X. El Papa no sólo le dio su bendición, sino que se interesó particularmente en el relato que Ceferino le hizo acerca de sus hermanos mapuches.

Su salud fue siempre débil debido a la tuberculosis que contrajo desde pequeño: murió un año después de llegar a Roma, el 11 de noviembre de 1905. Aún no había alcanzado los 19 años de edad. Casi 20 años después, sus restos fueron repatriados hasta una capilla de lo que fue el Fortín Mercedes (Pedro Luro), en la provincia de Buenos Aires. En 1944, se inició el proceso para lograr la beatificación del "indio santo", y el 22 de junio de 1972 fue declarado (p.329) venerable por la Iglesia Católica.

La vida de Ceferino Namuncurá ha sido motivo de polémica entre los historiadores. Muchos sostienen que su relación con la Iglesia colaboró con la dominación de los indios por parte de los blancos. Con un santo aborigen, dicen quienes sostienen esta idea, la comunidad indígena dejaría de ser reticente a la evangelización. Por otra parte, los que no adhieren a esta postura, indican que los salesianos - a diferencia de otras corrientes católicas - no establecieron un sistema de dominio coercitivo, sino que trabajaron a través de la educación (p.330).

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Fuentes
[web01] Índice histórico español. Publicación cuatrimestral - vol. XVIII, Septiembre - Diciembre 1972, número 65, p.515

http://books.google.ch/books?id=x83OWXJzrUkC&pg=PA515&lpg=PA515&dq=José+María+Bulnes+Llanquetruz&source=bl&ots=HwMSEv7zNc&
sig=I2VwXEOFbcLvBd14vUmotYFhbPI&hl=de&ei=1nIzTYqbEofLgQfY8qXuCw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=11&ved=0CF0Q6AEw
Cg#v=onepage&q=José María Bulnes Llanquetruz&f=false

[web02] piedra azul = Lapizlazuli: http://www.mesiento.com/lapislazuli-la-hermosa-piedra-azul
[web03] CARTA DEL TENIENTE CORONEL MIGUEL MIRANDA 18 de noviembre 1830: http://www.unrc.edu.ar/publicar/tefros/revista/v5n1i07/paquetes/bechis.pdf
[web04] Juan Catriel: http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Catriel

[web05] pandilla de ladrones (rateros) de la familia Pincheira: http://es.wikipedia.org/wiki/Hermanos_Pincheira
[web06] grupo mapuche subordinado de ranqueles: http://es.wikipedia.org/wiki/Ranquel



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